Coges un papel del suelo, lo deslizas entre tus manos y juegas con él.
Lo doblas, lo doblas y vuelves a doblarlo.
Yo, curiosa e ingenua, te observo y veo como el papel va tomando forma,
te sonrío y me estiro en el sofá,
cuando terminas me lo entregas, es un corazón con una "E" en la esquina superior.
Te miro a los ojos, me río y guardo tu obra de arte en el bolsillo.
Tú, nervioso e incrédulo me dices:
"¿Qué? Ningún corazón roto tiene una forma perfecta"
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Miro el cielo gris, no está lloviendo fuera, sí en mis pestañas,
me muerdo el labio ahogando un grito de desesperación,
meto mi mano en el bolsillo de los pantalones y saco un pedacito de papel arrugado y de tacto rugoso y áspero por la lavadora, me pregunto mentalmente qué será y cuánto tiempo lleva ahí metido.
Lo observo detenidamente y veo una "E" y es entonces cuando entiendo que nuestra historia sólo tiene sentido al revés;
Te doy mi corazón y tú te ríes, le das forma, lo doblas una y otra vez, juegas con él y lo deslizas entre tus manos para terminar tirándolo al suelo.
"¿Qué? Ningún corazón perfecto puede no estar roto."
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